HISTORIA BLANCA
Mi cuerpo desnudo se
asoma a la ventana
para mirar a todos
aquellos que protestan pidiendo
libertad para sus cuerpos
encorsetados y llenos de costuras.
Me rasco el pene porque
puedo hacerlo, porque soy un hombre,
porque soy blanco,
porque soy cristiano,
porque soy heterosexual
y porque tengo una voz
propia.
Ellos pasean mudos, sin
que nadie los escuche.
Llevan pancartas en las
manos, alambres en los tobillos y pintura roja en el cuerpo.
Algunos lloran y se
arrodillan recordando los cuerpos difuntos y calcinados
de padres, de amantes, de
maridos, de hijas, de abuelos, de amigos y de anónimos.
Vuelvo a mi cama pensando
que no puedo ayudar,
que el amor es tradición,
que el cuerpo es
tradición
y que la tradición es
cultura.
Esta noche nadie
recordará sus suplicas de auxilio.
Mañana será un día nuevo
donde cada uno tendrá lo que se merece.
Los niños aprenderán que
la muerte siempre ha existido,
que el hombre mata por
naturaleza,
que la mayoría se impone
sobre la minoría,
que el cobarde ataca en
manada
y que el hombre tiene
miedo de abrir los ojos.
Imagen: Sam Burriss
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