Sin título
A ti, que me lees.
Concédeme un minuto de tu existencia
y atiende.
Aparta las cosas que te recuerden
a los pronombres estrictamente personales
-o sea, yo,
me, mi-.
Vacía el contenedor de la arrogancia
y no olvides
que hubo un tiempo
en que todos necesitamos un poco de todos.
Así que borra el primer mandamiento
-amarás a Dios-
y sustitúyelo por otro más sencillo.
Que no existan los silencios en el ascensor
ni las miradas esquivas a la pantalla del móvil.
Escucha,
abraza.
disfruta de la bonita casualidad
que nos brindan,
que tú y yo hoy coincidimos
en las coordenadas exactas de tu vida.
Texto: Laura Jurado
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