Anaconda
Reptando desde tu equilibrio.
Trepando lentamente.
Humedeciendo.
Lamiendo.
Seduciendo todo tu cuerpo.
Y con un contoneo árabe
sucumbes a mis fríos deseos.
Con toda tu sangre agolpada,
atascada,
miras perdido a tu cazador.
Presa inerte del más salvaje deseo.
Tragando lentamente el manjar de tu cuerpo.
Quedas vacío de encanto.
Un último gemido de auxilio se pierde en la boca de la anaconda.
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