Niñas de jardín
De mi jardín nacieron dos niñas grandes como mujeres
semidesnudas, cubiertas por una tela celeste rasgada y vieja.
Tenían los brazos frágiles de cristal y sus piernas
tiritaban con la brisa del otoño.
Se sujetaban las manos y me miraban asustadas
como si ocultaran el triste secreto de una infancia traumática.
La mayor era muda y tenía miedo de mis palabras.
A la pequeña le faltaban los órganos y seguía viva.
Ninguna podía tener hijos.
Del barro de mi jardín trasero nacieron dos niñas
estériles y perfectas.
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